Acabamos de publicar en el número 72 de la revista Zephyrus el artículo:
Rios-Garaizar, J., Garate Maidagan, D., Gómez-Olivencia, A., Arceredillo-Alonso, D., Iriarte-Avilés, E., García-Moreno, A., & San Pedro-Calleja, Z. (2013). El final del Solutrense en el oriente cantábrico a través de las ocupaciones de la cueva de Arlanpe (Lemoa, Bizkaia). Zephyrus, 72, 15–38. (enlace a Academia)*
* En el enlace podeis acceder al pdf del artículo, también en la web de la revista Zephyrus.
Este trabajo es el resultado del proyecto de excavación e investigación iniciado en la cueva de Arlanpe en el año 2006 con el objetivo de contextualizar e interpretar las evidencias de una posible ocupación del Paleolítico Antiguo. Ya en la primera campaña de sondeos comprobamos que además de los niveles del Paleolítico Medio Antiguo el yacimiento presentaba otros con ocupaciones del Solutrense Superior Final, y así lo publicamos en un avance en la revista Sautuola en el año 2008 (Rios-Garaizar et el. 2008). El interés de estas ocupaciones radica en el hecho de que se producen en un momento de transición entre el Solutrense y el Magdaleniense, lo que nos sirve para caracterizar las sociedades de este momento y para explicar las causas de esa transición.
El yacimiento de Arlanpe se sitúa en Lemoa cerca de la confluencia de los ríos Arratia e Ibaizabal, en Bizkaia, en las estribaciones montañosas del macizo de Aramotz, un área estratégica a medio camino entre la costa cantábrica y la Llanada Alavesa, a la que se puede acceder, atravesando los Montes Vascos, por los pasos de Barazar y Dima. La cueva se encuentra actualmente al borde de una pared de roca caliza, siendo el acceso a la misma bastante complicado. La cueva en sí es de modestas dimensiones, apenas 25 m de profundidad, pudiendo distinguirse tres sectores, Entrada, Central y Fondo. Entre el sector de Entrada y la boca actual de la cueva el yacimiento estaba parcialmente excavado, probablemente por furtivos, de tal manera que en algunos puntos se observaba un rebaje de unos 30 cm de espesor que alcanza junto a la pared izquierda el sustrato rocoso.
Las ocupaciones solutrenses han sido localizadas exclusivamente en el sector de Entrada, en una superficie de excavación de tres metros cuadrados. El nivel II está formado por abundantes fragmentos de caliza desgajados del techo y muestra un color gris oscuro muy característico, generado por la presencia de hogares, manchas de carbón y materia orgánica en descomposición. La datación de dos fragmentos de hueso nos sitúa la formación de este nivel entre 21.047 y 19.909 cal BP (en torno a 17.100 BP sin calibrar).
La industria lítica destaca respecto a otros yacimientos contemporáneos por el uso de materias primas locales de calidad mediocre (lutita), el transporte de sílex desde localidades lejanas situadas al N (Flysch) y al S (Treviño) del yacimiento, la abundancia de laminillas de dorso , muchas de ellas con huellas de impacto, y la escasez de utillaje típico solutrense. El nivel es pobre en industria ósea, habiéndose recuperado tanto utillaje doméstico (espátulas, agujas) como de caza (azagayas). Se han recuperado sólo dos objetos de adorno, una concha y un canto de limonita perforados. La fauna está dominada por animales de roquedo, especialmente Capra pyrenaica y Rupicapra pyrenaica, y aparece intensamente procesada. Estas características nos han permitido interpretar estas ocupaciones como un alto de caza complejo en el que se realizan tareas relacionadas con la preparación de la caza junto a otras actividades de carácter más doméstico.
La comparación de estos resultados con el registro del final del Solutrense en la región Cantábrica nos han permitido asimismo valorar la naturaleza de los procesos de cambio acaecidos en estas sociedades y proponer hipótesis que expliquen el tránsito al Magdaleniense. La más sugerente plantea que el progresivo abandono del utillaje de caza típico solutrense en favor de un utillaje lítico más sencillo de fabricar y mantener, como son las puntas armadas con laminillas de dorso de muy pequeño tamaño, responde a cambios en el seno de estas sociedades, en las que el utillaje de caza (y tal vez la caza en sí) deja de ser el principal elemento de representación individual y de diferenciación social. Este proceso nos abocaría al inicio del Magdaleniense en el que se observa una multiplicación de los objetos de arte mueble, de los objetos de adorno, del las puntas armadas con laminillas y puntas de dorso y, en cierta medida, del utillaje de caza fabricado en hueso o asta.