Dudar de los datos que no han sido suficientemente contrastados resulta siempre un ejercicio saludable en ciencia. Si, además, lo hacemos armados con un espíritu crítico, nuevas metodologías y años de experiencia y datos acumulados, se pueden obtener resultados sorprendentes que van en contra de lo comúnmente asumido.
En el año 2016 un equipo liderado por el paleoantropólogo de la UPV/EHU, Asier Gómez Olivencia, comenzó a revisar los conjuntos de fauna excavados por J.M. Barandiarán en el yacimiento de Axlor (Dima, Bizkaia). Gracias a esa revisión se localizaron restos de aves y carnívoros consumidos por neandertales, siendo la primera evidencia clara de este tipo de consumo en el Norte de la Península Ibérica (Gómez-Olvencia et al., 2018) (ver esta entrada en Arkeobasque). En el transcurso de esa revisión se identificó un molar superior de neandertal mezclado con la fauna del nivel IV, esto animó a revisar los restos humanos conocidos y publicados por Basabe en los años 70, así como otros dos restos dentales y un fragmento de cráneo que fueron separados como posibles restos humanos por P. Castaños en la reordenación de la fauna de Axlor que se realizó en el año 2005.
El estudio de estos restos se abordó desde una perspectiva anatómica, analizando la morfología externa e interna a partir de microtomografía computerizada de los restos, el análisis de morfometría geométrica y la comparación con otros restos de neandertales, humanos modernos del Paleolítico Superior y humanos modernos actuales. Estos análisis arrojaron unos resultados sorprendentes para los restos dentales publicados por Basabe en 1973, ya que, con un alto grado de confianza, nos indicaban que estos restos no eran de neandertales, ¡si no de humános anatómicamente modernos! (Gómez-Olivencia et al., 2020).

Esto nos dejó un poco descolocados, ya que suponía o bien que había humanos anatómicamente modernos en el Paleolítico Medio de Axlor o que esos restos eran de una época posterior y habían llegado a los estratos del Paleolítico Medio por accidente. La primera opción resultaba poco probable en el momento de la publicación (2020), aunque después hemos sabido que hace unos 50.000 años en el yacimiento de Mandrin, en Francia, estuvo un humano anatómicamente moderno (Slimak et al., 2022). Para contrastar la segunda posibilidad revisamos las publicaciones y cuadernos de campo de J. M. Barandiarán, y concluimos que estos restos humanos publicados en 1973 provenían de un contexto arqueológico poco seguro, por lo que planteamos la posibilidad de que fueran restos del Paleolítico Superior o de la Prehistoria Reciente removilizados desde su posición original al estrato donde los encontró J.M. Barandiarán. En cualquier caso, planteamos que esta incógnita sólo se podría resolver con dataciones directas sobre estos restos y análisis de ADN.
Sin embargo, el año pasado el equipo que actualmente investiga en el yacimiento de Axlor publicó una réplica a este trabajo en la que se cuestionaba la atribución de los restos excavados en 1967 a Homo sapiens (González-Urquijo et al., 2021). Su argumentación se basaba en que entendían que habíamos interpretado mal la morfología de los restos dentales y en que habíamos leído mal la estratigrafía del yacimiento. Para justificar esto presentaron una re-lectura de nuestros datos morfométricos y una serie de argumentos arqueológicos que validaban, según ellos, el contexto arqueo-estratigráfico de los restos.

Ahora acabamos de publicar nuestra contra-réplica (Gómez-Olivencia et al., 2022). En ella hemos clarificado algunos aspectos de la publicación original y hemos mostrado que las críticas a nuestro análisis morfométrico no estaban fundamentadas. Además hemos mostrado la inconsistencia de las críticas vertidas en la réplica de González-Urquijo et al. certificando que el contexto de esos restos humanos es poco seguro y que pudo haber habido una intrusión de materiales recientes en la zona del yacimiento donde J.M. Barandiarán encontró los restos humanos. En definitiva, hemos mostrado que no hay argumentos anatómicos y morfométricos para atribuir estos restos a neandertales y que, al contrario, tienen características que indican que son humanos anatómicamente modernos. Además, dado los problemas del contexto, hemos planteado que estos restos probablemente no deben atribuirse a las ocupaciones musterienses del yacimiento.

Referencias
Gómez-Olivencia, A., Sala, N., Núñez-Lahuerta, C., Sanchis, A., Arlegi, M., Rios-Garaizar, J., 2018. First data of Neandertal bird and carnivore exploitation in the Cantabrian Region (Axlor; Barandiaran excavations; Dima, Biscay, Northern Iberian Peninsula). Scientific Reports 8, 10551. https://doi.org/10.1038/s41598-018-28377-y
Gómez-Olivencia, A., López-Onaindia, D., Sala, N., Balzeau, A., Pantoja-Pérez, A., Arganda-Carreras, I., Arlegi, M., Rios-Garaizar, J., Gómez-Robles, A., 2020. The human remains from Axlor (Dima, Biscay, northern Iberian Peninsula). American Journal of Physical Anthropology 172. https://doi.org/10.1002/ajpa.23989
Gómez-Olivencia, A., López-Onaindia, D., Sala, N., Balzeau, A., Pantoja-Pérez, A., Arganda-Carreras, I., Arlegi, M., Rios-Garaizar, J., Gómez-Robles, A., 2022. The human remains found in 1967 in Axlor: Still not convincingly Neandertals: A reply to González-Urquijo et al. American Journal of Biological Anthropology n/a. https://doi.org/https://doi.org/10.1002/ajpa.24633
González-Urquijo, J., Bailey, S.E., Lazuen, T., 2021. Axlor’s level IV human remains are convincingly Neanderthals: A reply to Gómez-Olivencia et al. American Journal of Physical Anthropology n/a. https://doi.org/https://doi.org/10.1002/ajpa.24252
Slimak, L., Zanolli, C., Higham, T., Frouin, M., Schwenninger, J.-L., Arnold, L.J., Demuro, M., Douka, K., Mercier, N., Guérin, G., Valladas, H., Yvorra, P., Giraud, Y., Seguin-Orlando, A., Orlando, L., Lewis, J.E., Muth, X., Camus, H., Vandevelde, S., Buckley, M., Mallol, C., Stringer, C., Metz, L., 2022. Modern human incursion into Neanderthal territories 54,000 years ago at Mandrin, France. Science Advances 8, eabj9496. https://doi.org/10.1126/sciadv.abj9496
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